21 de febrero de 2009

Qué no daría yo...


"Qué no daría yo por empezar de nuevo..." y volver a repensar esta obra. Eso deberá estar pensando el equipo de Rocío no habita en el olvido, un musical con las canciones de la Jurado. Vaya de antemano que no he visto la obra (toma acto de sinceridad por mi parte) pero aquí todo es criticable. Y el que no crea en mi criterio, que cierra la página y calle para siempre.
Fuentes de toda solvencia (con las que a veces me acuesto y en otras me levanto) sí tuvieron el valor de pagar los 16 eurazos de la entrada. Fue el pasado miércoles, y en la platea no habría más de veinte personas. Éstas disfrutaron de la reconstrucción morbosa de los últimos momentos de la chipionera en aquella gala que supuso su adiós en TVE. Rocío, en diálogo con la propia Muerte (como oyen), rememora éxitos de su carrera metidos con calzador para que todo fluya... Como una ola se nos rompió el amor, señora, porque como yo te amo, nadie te amará... Mis fuentes, fanes entregadas a la causa de La Más Grande, rozaron el filo lacrimógeno creyendo que Rocío, ay mi Rocío, volvía para quedarse. Pero todo acaba, y lo que pretendía ser un pedacito de Broadway al son de un rojo, rojo clavel, no pasa de recital homenaje a la estrella imitada que resulta ser inimitable.

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